De la serie de las Torres de Roberto Aizenberg se ofrece un óleo en Azur
Publicado el octubre 20, 2019
Escrito por Sonia Decker

Roberto Aizenberg nace en Federal, provincia de Entre Rios, en agosto de 1928. Ocho años después, su familia se traslada a Buenos Aires. Desde 1950 hasta 1953 estudia con Juan Batlle Planas. Fijará su residencia en París desde 1977 hasta 1981, para instalarse un año en Tarquinia, una localidad medieval situada a 90 kms al noroeste de Roma. Luego de vivir un año en Milán, regresa a la Argentina en 1984, donde fallece en febrero de 1996 a los 68 años de edad.
Aizenberg era un hombre reflexivo y sensible, sumamente prudente y cultísimo. Dueño de un lenguaje propio donde la mesura era lo primordial, tuvo que enfrentar en su vida personal situaciones familiares difíciles, en las que siempre fue el sostén equilibrado y afectuoso.
Se lo suele situar dentro de las fronteras del surrealismo y si bien esto es parcialmente cierto ya que partió de esta corriente, con el tiempo su mensaje se convirtió en una imagen meditada e independiente, que afianzó su propia identidad. Aizenberg fue un estudioso de las formas, que elaboraba con minuciosidad casi perfecta, producto de la observación de la realidad y de su pasión por lo lúdico. En su universo metafísico la figura se muestra casi inexistente, resultando a veces una bella excusa en sus formidables collages. En este mundo convergen también las torres, las ciudades, las formas geométricas agigantadas en mágicas visiones ópticas, las esculturas y los extraordinarios grafitos que se multiplican en su producción limitada.
Galería Azur presenta en su próxima subasta a realizarse el jueves 24 de octubre en Arroyo 981 a las 19 y 30 horas, una espléndida “Torre” ( ca.1974) , de 51 x 41 cm. En este período de viajes continuos, Aizenberg desarrolla entre otros temas , la serie de las Torres, donde adivinamos un homenaje a la vida en sus formas elevadas en una verticalidad continua. Son torres sin ventanas ni puertas, solamente una sólida construcción que de alguna manera refleja sus permanentes sensaciones de grandeza y de transparencia, de levedad y solidez al mismo tiempo, y de una constante inmaterialidad contenida.
Su obra toda, es el resultado de un oficio y un rigor extremos. El mercado del arte era un enigma para Aizenberg. Y por ello trabajó en soledad, disfrutando con lo que producía, transformándose en el gran pintor del silencio.
La obra sale a remate con una base de 32.000 u$. Los valores de Aizenberg se han sostenido históricamente tanto en el mercado local como en el internacional. Creemos que invertir en una obra de estas características es un interesante desafío para el coleccionismo de excelencia.