El conflicto entre el coleccionista argentino Castro Debernardi y su colega chino Xufu Huang pone al descubierto operaciones conflictivas en el mercado de arte
Publicado el enero 16, 2022
Escrito por Mario Gilardoni

A raíz de una demanda iniciada por Michael Xufu Huang, un joven destacado mecenas chino, fundador del Museo X en Beijing, contra el coleccionista argentino, residente en Mónaco, Federico Castro Debernardi, salió a la luz un mecanismo confidencial que le permitía a este último acceder a obras del mercado primario en condiciones ventajosas.
La trama de las operaciones consistía en aprovechar el prestigio de Huang para adquirir en galerías obras de artistas contemporáneos, que las galerías reservan para venderlas a importantes clientes, bajo condiciones contractuales exigentes.
Un cierto grado de amistad entre los coleccionistas, les permitió concretar un acuerdo que posibilitaría a Debernardi adquirir en forma reservada obras de artistas de su interés a través de Huang, a cambio de una comisión del 10%..
En este punto surge el primer interrogante: ¿Por qué pagar una comisión del 10% cuando se podría adquirir las obras en forma directa? Como señalamos anteriormente, las galerías solicitaban precios mucho más importantes, e incluso no le vendían obras a compradores que no las incorporaran a grandes colecciones o museos.
Las operaciones debían desarrollarse con la mayor reserva ya que las galerías imponían cláusulas restrictivas que impedían a estos compradores seleccionados revender las obras por un plazo de tres años. En caso de la necesidad de hacerlo, deberían realizar la operación a través de la galería vendedora. Esta misma cláusula debía respetarse en el convenio entre los coleccionistas.
El conflicto se inició cuando Debernardi en 2020 le encargó a Huang la compra de una obra de Cecily Brown que pagó 700.000 dólares más 70.000 de comisión. El comprador, ni corto ni perezoso, inmediatamente le vendió la obra a otra galería.
Cuando la galería que vendió originalmente la pintura se enteró de la operación le informó a Huang que le iniciaría una demanda entre 500.000 y 1.000.000 de dólares en concepto de daños y perjuicios al vulnerar los términos del contrato que regía la operación.
Para solucionar esta parte del conflicto Huang llegó a un acuerdo con la galería por una cantidad muy superior al 10% que le había generado la operación.
A su vez ambos coleccionistas también llegaron a un acuerdo extra judicial. La argumentación de Debernardi es que “él no tuvo la intención de vender la obra cuando la compró y que debió transferirla durante la crisis mundial del Covid-19”.
Esta explosiva demanda presentada oportunamente en Florida ha expuesto los ardides y tratos detrás de escena que pueden tener lugar cuando los compradores de arte adinerados compiten por el acceso a las obras de arte contemporáneas demandadas.
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