El deja vu de Eduardo Costantini con la obra de Frida Kahlo

 

Publicado el noviembre 21, 2021

Escrito por Mario Gilardoni

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La reciente compra de “Diego y yo” por 34,8 millones de dólares, que la ubica como el récord de la artista y del arte latinoamericano, nos retrotrae a 1995 cuando Eduardo Costantini, un “desconocido” cliente de Sotheby´s ingresa al salón de exposición de la venta de arte latinoamericano y le pide a Trastienda que lo presente con algún funcionario de la subastadora. Hecho esto, le permite al coleccionista ver en vivo y directo las dos obras que lo habían hecho viajar a Nueva York;  “Autorretrato con mono y chango” y “Baile en Tehuantepec” ambas de de Diego Rivera.

Horas después, su “escaso presupuesto” lo obligó a comprar por 3,1 millones de dólares la obra de Kahlo, que se transformó en el récord de la artista y la pintura más cara latinoamericana. (Esto le suena familiar).

La otra “coincidencia” fue que pese a los esfuerzos de los funcionarios de la empresa en preservar la identidad de los compradores, es que el mismo Costantini volviera a pedirle a Trastienda, que en su carácter de periodista, lo conectara con los representantes de la prensa a los que Sotheby’s le destinara un lugar aislado en la sala. Hecha la presentación, donde Costantini repartiera sus tarjetas para que escribieran correctamente su apellido, a partir de ese momento su nombre fue recogido por la prensa internacional, especialmente la latinoamericana. Esto con otras compras récords (Aboporu de Tarsila de Amaral y un constructivo de Torres García) le abrió las puertas de los más altos funcionarios de Mexico, Brasil y Uruguay, con los que el empresario estaba gestionando negocios.

Ahora la adquisición de la semana pasada de “Diego y yo” reiteró la vocación del coleccionista de adquirir obras del más alto nivel de reconocimiento, marcando récords gracias a su abultada billetera. No olvidemos la compra del Rivera, que se le quedó atragantado más de dos décadas atrás, pagando 15,7 millones de dólares y “Los rivales” del mismo autor en 9,7 millones.

No hay duda que la obra de Frida Kahlo tiene un gran respaldo, más allá de lo pictórico, por su rica vida personal. “Diego y yo” no escapa a esta influencia. La artista la ejecutó en 1949, cuando Rivera pintó un sensual retrato de la diva mexicana Maria Felix. Los rumores que rodearon esta relación provocaron una fuerte crisis en la pintora y su pareja, pese a que habían acordado respetar sus respectivas infidelidades.

“Diego y yo” puede considerarse un retrato doble. Sobre la frente de Kahlo se ve una pequeña imagen de Rivera, con un tercer ojo, que simboliza “el grado que él ocupó en su conciencia”. El cabello suelto de ella, generalmente recogido en trenzas, parece estrangularla; tiene las mejillas enrojecidas y una mirada intensa y llorosa.