Una “empresa de arte” en el mercado

 

Publicado el noviembre 8, 2010

Escrito por Mario Gilardoni

Foto autor

marcos acostaNo es una galería de arte. Sin embargo, es uno de los espacios que más obra vendió en la edición de Buenos Aires Photo que cerró hace días en el Palais de Glace. Se llama Rolf Art, nació en Córdoba hace exactamente un año, y se define como una empresa o productora de arte. Su brochure dice, entre otras cosas: «Nuestro mercado es el mundo» y «llevamos al centro la periferia elevando la obra artística del interior».
Lo que se propone -y logra- Rolf Art es la vinculación de sus artistas con diferentes «agentes» para hacer posible, primero, la realización de sus obras y luego, su exhibición y venta. La imagen que utiliza para explicarlo su directora, Florencia Giordano, es la de un «triángulo virtuoso», en oposición a la de círculo vicioso. En uno de los vértices está Rolf Art; en otro, el artista, y en el tercero, un padrino o mecenas, además de otros agentes (galerías, museos, empresas, medios de comunicación, etc.).
La clave del sistema es que el padrino -puede ser una persona física o una institución- se compromete con el artista por dos años para que sostenga la producción de la obra. La situación es diferente en cada caso, pero básicamente el compromiso es sostener el trabajo de un artista durante dos años. Por cada artista se hacen entre 4 y 8 producciones por año. Y el padrino aporta anticipadamente US$ 1.500, como mínimo, para la producción de cada obra. A cambio, recibe obra. Si recurrimos al ejemplo de un fotógrafo, el padrino recibe la prueba de artista (copia número 6) de ese trabajo, que es la más cara. Si hablamos de una fotografía de US$ 3.000, la cotización de la obra va subiendo de a 500 con la venta de cada copia, de manera que el padrino compra a 1.500 lo que de otra manera le costaría unos US$ 6.000. En otro vértice, el artista recibe el aporte anticipado indispensable para hacer su trabajo y la posibilidad de venderlo. En el tercero, Rolf Art se queda con la comercialización de las 5 copias restantes, en un acuerdo con el artista que puede ser de 50%.
ananke asseffHacer una fotografía con valor artístico hoy en la Argentina es más difícil que lo que suele imaginarse. Si tomamos el caso de una obra que se vendió muy bien en Buenos Aires Photo, «Ananké» escrito en griego, de Ananké Asseff -tres copias de una edición de cinco, por US$ 3.000 la primera copia y 500 más cada una de las siguientes-, su producción incluyó viajar a Córdoba, conseguir un campo donde hacer la toma, un auto, un caballo, un modelo… Cuenta la artista que la fotografía es literalmente la realización de un sueño. Ella soñó esa imagen y la convirtió en foto. «Decididamente -cuenta- yo no habría podido realizar este proyecto sin este sistema». Más difícil aún habría sido concretar otra fotografía de Asseff (foto) que se exhibió en el stand de Ernesto Catena durante Buenos Aires Photo, donde se ve a la artista y a un puma trepando dos árboles. Para hacerla hubo que conseguir asuntos tan diversos como una grúa, un puma y un taxidermista.
Cuenta Giordana que la idea de Rolf Art está inspirada en la experiencia del artista japonés Takashi Murakami, que creó en 2001 la empresa Kaikai Kiki Co. para producir y promover obras de arte de artistas jóvenes, gestionar sus proyectos, y promover su exhibición y venta. Murakami selecciona a siete artistas cada año y los trata como si fueran productos.
Los artistas que produce Rolf Art son la fotógrafa Ananké Asseff y el pintor Marcos Acosta (foto), la artista conceptual Celeste Martínez -los tres de Córdoba-, la tucumana Juliet Ruiz, que trabaja fotografía y grabado, y Lucas Di Pascuale. Además está promocionando y comenzará a producir a Nuna Mangiante y a Gustavo Piñero, y está acompañando a Mariano Cuestas. La empresa busca darles contención a su obra, pero también a ellos mismos. Los asiste y cubre sus viáticos cada vez que viajan desde sus provincias a Buenos Aires, centro de la exhibición y circulación de arte y centro del mercado de arte. Les da un lugar físico en la capital donde trabajar: parte de los 5.500 metros cuadrados de The Bubble Studio, un lugar que abrió hace poco en Paternal y que dispone, por ejemplo, de tres estudios fotográficos. Y cuenta con depósito para las obras de sus artistas: las obras tienen que estar acá porque no se puede andar trasportándolas desde la provincia cada vez que hay que exhibirlas.
CELESTE MARTINEZ - Fotografia Maladie fullEl de Celeste Martínez es ilustrativo de cómo funciona el esquema. La artista trabaja en el proyecto «Maladie» (foto) y produce obra de calidad -tienen obra suya el MACRO de Rosario y la Fundación Alon- pero difícil de vender por la densidad del tema que aborda, vinculado con el cáncer de piel. Su padrino es el dueño de una clínica de enfermedades dermatológicas.
Sobre los padrinos, cuenta Giordana que «se contagian y recomiendan a otros padrinos. Algunos son coleccionistas que tienen obra muy clásica, Malharro o Fader, por ejemplo, y que de pronto se coparon con el arte contemporáneo». Y concluye: «Siempre les pedimos que inviertan en difusión y exhibición de los artistas que apadrinan. Inclusive si se lo mira desde el punto de vista exclusivamente económico, vale la pena: es la mejor forma de mejorar la cotización de las obras que coleccionan.